miércoles, 31 de diciembre de 2014

Antannos de Lormyr


ANTANNOS DE LORMYR

Para conocer a Antannos, hay que viajar a su pasado. El valiente explorador lormyriano pertenece a la sexta generación de descendientes de Zarpas, uno de los cuatro campeones que derrotaron al pan tangiano Teócrata Samael (varias veces mencionado en la saga EODLD). Las raíces de su familia se hunden en la época de la independencia del reino de Lormyr.
Sus orígenes

La tradición familiar, originada por el propio Zarpas al final de la Guerra de las Armaduras Negras, advertía que una gran desgracia caería sobre el clan si no se cumplía una importante regla: el primogénito de cada generación debía ser apartado de los suyos. Sería entregado a un orfanato de Ramasaz donde lo criarían y al cumplir los 18 años le entregarían un peculiar libro. Ese volumen manuscrito iniciado por el propio Zarpas explicaba la historia de las generaciones anteriores y la maldición que les afligía. Una vez recibida la obra, el primogénito podría decidir si reunirse con los suyos o vivir su propia vida según lo que allí había leído, además de mantener la costumbre.

Siguiendo esta tradición, Aldo, al tener su primer hijo, fue a llevarlo al mismo orfanato donde lo habían criado a él. Por desgracia, unos piratas lo habían asaltado y destruido, no quedando nadie con vida en la institución. Preocupado por lo que eso podía significar, entregó al pequeño Antannos al cuidado de un amigo de confianza, Fidias, pidiéndole que lo criase y le entregase el libro a su hijo al cumplir los 18 años.

Juventud

Criado en la hermosa y pacífica aldea de Meijan, Antannos fue un chico feliz. Fidias nunca le engañó y le dijo que tanto él como Minerva no eran sus auténticos padres. Al chico no le importaba porque se sentía querido y protegido con ellos.

Fidias se ganaba la vida principalmente como herrero y ocasionalmente también como guía de los nobles que deseaban cazar en la zona. El sonido de su fragua era lo primero que oía cada amanecer Antannos cuando despertaba. Minerva se dedicaba a cuidar del hogar, controlar el presupuesto y ayudar al sacerdote del único templo de la zona. Así que la vida del joven se dividió entre ayudar a su padre herrando caballos y reparando aperos de labranza, cuidar las monturas de los ricos, trabajar de asistente en las cacerías y acompañar a su madre al templo y aprenderlo todo sobre la Balanza, sus leyendas y doctrinas.

Orientando su vida


Fidias esperó durante años el regreso de Aldo. El chico crecía y cada día tenía más preguntas sobre su auténtico padre. El tiempo pasó para todos y cuando Aldo cumplió los 18 años, su padrastro había olvidado el libro y sus obligaciones.

Antannos fue aumentado el tiempo que pasaba fuera de casa, sustituyendo a su padre como guía de los cazadores. Disfrutaba explorando la comarca. Se aprendió todas las plantas que crecían en los bosques y montañas, sabía donde encontrar los nidos de las aves y las madrigueras de las bestias. Y sentía un profundo respeto por todo ello. También, forzado por los encuentros con bestias y ladrones, aprendió a defenderse. Incluso, cuando los templarios organizaban batidas para ahuyentar a los agresivos monstruos de Oin y Yu del reino de Lormyr, el joven se alistaba encantado y desaparecía de su hogar durante dos o tres lunas.

Su destino

En una ocasión, una epidemia de gripe dejó a su padre tumbado en el lecho durante diez días, debatiéndose entre la vida y la muerte. El chico, ya un hombre de 26 años, fue hasta Losaz para comprar medicinas y allí vio lo que era una auténtica ciudad. Entonces empezó a entender las historias explicadas por los nobles junto al fuego que hablaban de grandes palacios y temibles ejércitos. Tan pronto como sus padrastros se recuperaron se despidió de ellos y partió para ver el mundo y la increíble variedad de plantas, animales y personas que lo poblaban. Y sin saberlo, embarcarse en la búsqueda e investigación del mayor secreto de los Reinos Jóvenes: la Profecía.

lunes, 15 de diciembre de 2014

La cocina de Ángela - Tarta Zuli

¡Hola, habitantes de la otra esfera!.

Permitidme que me presente, mi nombre es Ángela, sí, la esposa del Rudy el explorador dorelita... y si aún no sabéis quien soy, es que necesitáis releer los libros de las aventuras de EODLD de nuevo ( o por primera vez, que no os van a morder ).

Lo cierto es que en estas épocas tan intensas de cocinas y bodegas, me ha venido a la cabeza una situación divertida que sucedió allá en la Vieja Holmar, poco después de que mi Rudy se recuperara de su aflicción y he pensado que sería interesante compartirla aquí.

Aquellos días contaba con la ayuda de muchas buenas personas en el orfanato, entre ellas las dos chicas del grupo, Juno y Erhzulie, que me echaban un capote en la cocina. Tenía guardado un misterioso ingrediente que mi marido había conseguido tiempo atrás en las lejanas tierras de Oín, que lo llamaban “polvo de cacao”, un elemento de color marrón, dulce y aromático, por lo que decidimos utilizarlo para hacer algún postre antes de que se echara a perder. Así que nos pusimos manos a la obra y nos salió una tarta fantástica.

Lo gracioso era el color característico que tenía el resultado de mezclar la harina y los otros ingredientes con este cacao. Cuando la sacamos del horno, Juno exclamó entusiasmada: “Tiene el mismo color que tú, Zuli”. Y era cierto… tanto que después de un buen rato riendo por la ocurrencia, la acabamos llamando “Tarta Zuli”. Cosa que no le hacía mucha gracia a la protagonista, pero… ¡¿Cuánta gente en el mundo tiene el honor de tener una tarta con su nombre?!.

Pues resulta que en vuestra esfera es mucho más fácil de realizar que en la mía… Así que después de investigar un poco, os dejo la receta para que podáis reproducirla y disfrutarla siempre que queráis.

¡Nos vemos!

Receta para los habitantes de la Tierra:

Ahora utilizamos como medida uno de los yogures vacíos:
  • 3 huevos
  • 2 yogures de azúcar
  • 3 yogures de harina ( si es especial para tartas, mejor )
  • 1 yogur de aceite de oliva ( del suave 0,4º )
  • 2 sobres de levadura ( por ejemplo Royal )
  • 150/200g. de nueces peladas
  • 1 pizca de sal
  • 1 trocito de mantequilla ( de leche )
  • 1 molde grande ( el volumen final se multiplica x3 o x4 a la mezcla inicial )
  • 1 palillo grande de madera ( como el de los pinchitos morunos )

Preparación:

Precalentamos el horno a 200º por arriba y por abajo. La parrilla debe estar fijada un poco por debajo de la zona central. Que quede un “slot” libre por debajo.

Cogemos en un bol y batimos bien los huevos. Después les añadimos la pizca de sal. A continuación le añadimos los yogures de trufa, el azúcar, la harina, la levadura y el aceite. Lo mezclamos todo con una cuchara. Cuando esté bien mezclado, usando una batidora lo batimos a máxima potencia, hasta que la masa quede fina y con pequeñas burbujas.

Añadimos las nueces a la masa ya batida y lo removemos bien.

Calentamos el molde en el horno con la mantequilla unos segundos. Lo sacamos aún tibio y esparcimos bien la mantequilla hasta que unte toda la superficie. Esto es sólo para que la tarta final no se pegue.

Añadimos la mezcla en el molde y lo introducimos en el horno. Recordemos que está a 200º por arriba y por abajo.

Esperamos que suba ( unos 10 minutos ) y apagamos el horno por encima. Seguimos la cocción sólo con la parte de abajo.

Ahora hemos de ir mirando que llegue al punto óptimo de cocción ( mínimo 10 minutos más ). Para ello, primero ( usando un guante de cocina ) tocamos ligeramente el molde, para ver si ya no tiene una consistencia líquida.

Cuando ya esté bien compactado, introducimos el palillo largo en el centro del bizcocho. Si sale sucio de masa, es que hay que dejar más rato dentro del horno. Repetir cada 2 minutos hasta que salga limpio. Eso indicará que la cocción ya está finalizada.

Lo sacamos y lo dejamos enfriar a temperatura ambiente.

¡Disfrutadlo!