ANTANNOS
DE LORMYR
Para
conocer a Antannos, hay que viajar a su pasado. El valiente
explorador lormyriano pertenece a la sexta generación de
descendientes de Zarpas, uno de los cuatro campeones que derrotaron
al pan tangiano Teócrata Samael (varias veces mencionado en la saga
EODLD). Las raíces de su familia se hunden en la época de la
independencia del reino de Lormyr.
Sus
orígenes
La
tradición familiar, originada por el propio Zarpas al final de la
Guerra de las Armaduras Negras, advertía que una gran desgracia
caería sobre el clan si no se cumplía una importante regla: el
primogénito de cada generación debía ser apartado de los suyos.
Sería entregado a un orfanato de Ramasaz donde lo criarían y al
cumplir los 18 años le entregarían un peculiar libro. Ese volumen
manuscrito iniciado por el propio Zarpas explicaba la historia de las
generaciones anteriores y la maldición que les afligía. Una vez
recibida la obra, el primogénito podría decidir si reunirse con los
suyos o vivir su propia vida según lo que allí había leído,
además de mantener la costumbre.
Siguiendo
esta tradición, Aldo, al tener su primer hijo, fue a llevarlo al
mismo orfanato donde lo habían criado a él. Por desgracia, unos
piratas lo habían asaltado y destruido, no quedando nadie con vida
en la institución. Preocupado por lo que eso podía significar,
entregó al pequeño Antannos al cuidado de un amigo de confianza,
Fidias, pidiéndole que lo criase y le entregase el libro a su hijo al cumplir
los 18 años.
Juventud
Criado
en la hermosa y pacífica aldea de Meijan,
Antannos fue un chico feliz. Fidias nunca le engañó y le dijo que
tanto él como Minerva
no
eran sus auténticos padres. Al chico no le importaba porque se
sentía querido y protegido con ellos.
Fidias
se ganaba la vida principalmente como herrero y ocasionalmente
también como guía de los nobles que deseaban cazar en la zona. El
sonido de su fragua era lo primero que oía cada amanecer Antannos
cuando despertaba. Minerva
se
dedicaba a cuidar del hogar, controlar el presupuesto y ayudar al
sacerdote del único templo de la zona. Así que la vida del joven se
dividió entre ayudar a su padre herrando caballos y reparando aperos
de labranza, cuidar las monturas de los ricos, trabajar de asistente
en las cacerías y acompañar a su madre al templo y aprenderlo todo
sobre la Balanza, sus leyendas y doctrinas.
Fidias
esperó durante años el regreso de Aldo. El chico crecía y cada día
tenía más preguntas sobre su auténtico padre. El tiempo pasó para
todos y cuando Aldo cumplió los 18 años, su padrastro había
olvidado el libro y sus obligaciones.
Antannos
fue aumentado el tiempo que pasaba fuera de casa, sustituyendo a su
padre como guía de los cazadores. Disfrutaba explorando la comarca.
Se aprendió todas las plantas que crecían en los bosques y
montañas, sabía donde encontrar los nidos de las aves y las
madrigueras de las bestias. Y sentía un profundo respeto por todo
ello. También, forzado por los encuentros con bestias y ladrones,
aprendió a defenderse. Incluso, cuando los templarios organizaban
batidas para ahuyentar a los agresivos monstruos de Oin y Yu del
reino de Lormyr, el joven se alistaba encantado y desaparecía de su
hogar durante dos o tres lunas.
Su
destino
En
una ocasión, una epidemia de gripe dejó a su padre tumbado en el
lecho durante diez días, debatiéndose entre la vida y la muerte. El
chico, ya un hombre de 26 años, fue hasta Losaz para comprar
medicinas y allí vio lo que era una auténtica ciudad. Entonces
empezó a entender las historias explicadas por los nobles junto al
fuego que hablaban de grandes palacios y temibles ejércitos. Tan
pronto como sus padrastros se recuperaron se despidió de ellos y
partió para ver el mundo y la increíble variedad de plantas,
animales y personas que lo poblaban. Y sin saberlo, embarcarse en la
búsqueda e investigación del mayor secreto de los Reinos Jóvenes:
la Profecía.
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